Semana Santa de 1471 en Medina de Rioseco. Isabel la Católica - Manuel García Pérez

El pasado 26 de noviembre se cumplió el V centenario de la muerte de la Reina Isabel la Católica en el Palacio del Potrillo o Palacio Testamentario de Medina del Campo.

Interesado en este acontecimiento histórico acudí a la vecina ciudad en la que pude comprobar como los medinenses han restaurado el viejo caserón para convertirlo en museo y donde han logrado una reposición del ambiente con  cierta autenticidad, especialmente de la sala testamentaria, donde testó y murió la Reina.

En ayuda del visitante y para mejorar la puesta en escena, han expuesto en la misma sala el cuadro del pintor Eduardo Rosales, del siglo XIX, fragmentado y magnificado, que reproduce el momento en que la Reina hace testamento antes de morir.

El conjunto pictórico ofrece una bella estampa, quizá cargada de excesivo dramatismo, en el que podemos apreciar como figura principal a doña  Isabel recostada en cama, que agoniza, con rictus del dolor ocasionado por un cáncer genital en sus últimos estadios que invade sus partes pudendas. A su lado, en la cabecera, su esposo Fernando con aspecto de abatimiento es consolado por Doña Juana la Loca su hija. A los pies de la cama, sitúa al Secretario Real, Gaspar de Gricio, el Cardenal Cisneros y el Almirante de Castilla D. Fadrique II.  En el otro lado identificamos a su fiel dama de compañía Doña Beatriz de Bobadilla y su esposo el Tesorero Real, D. Andres de Cabrera.

Como riosecano de adopción dos personajes del cuadro llamaron particularmente mi atención. Doña Isabel y don Fadrique. Su contemplación atenta hizo que acudieran a mi memoria momentos de sus vidas, que se habían cruzado en muchas ocasiones y me hizo  recordar especialmente el hecho histórico en el que don Fadrique, abuelo de don Fernando y tío de Doña Isabel les prestó un señalado servicio poniendo a su disposición su Señorío y su hospitalidad en el castillo-fortaleza de Medina de Rioseco.

Los hechos sucedieron así:

Transcurre el año 1469. La Princesa Isabel desobedece  órdenes  de su hermanastro Enrique IV y contrae matrimonio en el Palacio de los Vivero en Valladolid con el Príncipe don Fernando de Aragón. Don Enrique, en represalia,  anula los acuerdos de Guisando en los que  la convertía en sucesora  en el trono de Castilla y, en Val de Lozoya,  la deshereda sustituyéndola por la  "hija de la reina"  Juana la Beltraneja.

Así las cosas la situación de Isabel y Fernando se hace insostenible. Se retiran a Dueñas, donde residen un tiempo, en el que Isabel, en estado de gestación da a luz el 12 octubre, a la Princesa Isabel. Apenas tienen recursos económicos y muchos son los nobles que abandonan su defensa. Con el tiempo hasta el Conde de Buendía, Señor de Dueñas parece plantearse  su fidelidad.

Y aquí surge la figura del Almirante Fadrique I que les ofrece su protección en Medina de Rioseco donde puedan recuperar fuerzas y esperar tiempos mejores.  Allí se trasladan Doña Isabel y D. Fernando,  la recién nacida Isabel y un pequeño  estado mayor compuesto por Gonzalo Chacón, Gutierre de Cárdenas, Fernán Núñez y otros.

La semblanza que de Don Fadrique hacen sus contemporáneos es de un “hombre pequeño de cuerpo e fermoso de gesto, de buen entendimiento, caballero esforzado e de gran corazón, franco e liberal que amaba los parientes y allegados e trabajaba en proporcionarles honra e intereses”.

Por su  parte Doña Isabel solo tiene 20 años, esta casada y es madre y su herencia al trono de Castilla, al que legítimamente está destinada, está pendiente de las veleidades del carácter de su hermanastro Enrique IV. Pero no se arredra y toda ella es serenidad, firmeza y lúcida visión de las cosas. Es la “virtuosa princesa” como se la llama.

La Ciudad y sobre todo el castillo-fortaleza de Medina de Rioseco  son inexpugnables. Es el lugar ideal para encontrar la  paz y el sosiego, la ayuda moral y la compañía que precisan. Allí residen Doña Maria Enríquez, hija de Don Enrique Enríquez de quien más tarde será madrina de boda al casarse con Don Juan  el Duque de Gandia, y Doña Teresa Enríquez, hija de Don Alfonso II Enríquez, que contraería matrimonio con Gutierre de Cárdenas y al enviudar realizó varias fundaciones religiosas siendo conocida por el sobrenombre de "la loca del sacramento”.

Doña Isabel había sido educada en su niñez en el castillo de Arévalo por el franciscano Padre Lorenzo quien le inculcó en el alma las virtudes de humildad, austeridad y obediencia.  A media legua de la Fortaleza riosecana se erigía el convento franciscano de Nuestra Sra. de la Esperanza de Valdescopezo donde acudió con frecuencia a orar, a beber de las limpias aguas de la fuente de la Samaritana y a disfrutar del paradisíaco jardín y la huerta ubicados en la falda de los Torozos.

En Medina de Rioseco  pasó la pequeña corte la Semana Santa de 1471, y a buen seguro participó en los actos religiosos. Por aquel tiempo ya había predicado en la ciudad San Vicente Ferrer acompañado de su cofradía itinerante de hermanos disciplinantes y hermanos de luz. Doña Isabel nació el jueves santo de1451 y era muy profundo su amor al Santísimo Sacramento. Sus biógrafos anotan que toda su vida,  allá donde estaba la Corte se consignaron en cuenta los gastos ocasionados por el montaje de un artístico "monumento para el jueves de la cena”.

En Medina de Rioseco prosiguen las negociaciones políticas bajo la dirección de la Princesa que redacta un alegato o manifiesto con el que pretende allanar las diferencias con su hermanastro. Este escrito firmado el 21 de marzo de 1471 es entregado a Don Enrique y depositado a las puertas de algunas iglesias  de Castilla. En él defiende su libertad para, aunque sea mujer, casarse con quien desee y que su esposo, Don  Fernando, es el  mejor marido posible. Acusa a su hermanastro de que, al dar por heredera de Castilla a la Beltraneja, pretende cambiar "cobre por oro, hierro por plata y ajena heredera por legitima sucesora”. 

Conocido en Castilla el "razonamiento” se produce un cambio en el curso de los acontecimientos. Muchos son los nobles que se pasan al partido de Doña Isabel que ya puede trasladar su residencia a Valladolid. En 1473 se reúne con Don Enrique en Segovia,  en el Alcázar. Pasan la nochebuena juntos y el día de navidad pasean por la ciudad no teniendo reparo el Rey en llevar a la brida el caballo en el que cabalga su hermana la Princesa.

Valladolid enero de 2005

Dr. Manuel García Pérez.

Cofrade de la Soledad