La Hermandad desfila en la Procesión del Mandato y la Pasión, en la tarde del Jueves Santo con su imagen titular, el Santo Cristo de la Pasión. Es sin duda una de las cofradías de mayor raigambre en la Semana Santa de Medina de Rioseco. Sus orígenes se sitúan en la Cofradía Penitencial de la Pasión, una de las tres archicofradías históricas de la ciudad de los Almirantes de Castilla, junto con la Vera Cruz y la Quinta Angustia y Soledad de Nuestra Señora.
Orígenes de la Cofradía Penitencial de la Pasión.
Vinculada desde los inicios a la iglesia de Santa Cruz. A diferencia a las otras Penitenciales históricas riosecanas, no edificó capilla, hospital o corral de comedias. La actividad de la cofradía se desarrolló en torno a la citada parroquia erigida en el corazón urbano de Medina de Rioseco, en plena Rúa Mayor, con sus emblemáticos soportales corridos, al amparo de los cuales se ejercía el comercio en un floreciente burgo de mercaderes que en los siglos XVI y XVII, cobijó en su caserío alrededor de 12.000 almas.
Al decir del historiador Esteban García Chico, la regla de la Cofradía de la Pasión se confirmó en 1.598 y a comienzos del siglo XVII consigue las mismas indulgencias de la archicofradía de Jesús, con sede en la romana basílica de San Juan de Letrán. No es exagerado afirmar que la sede de la cofradía, la iglesia de Santa Cruz, posee una fachada comparable a la de la “Chiesa di Jesu” en Roma.
La pujanza de la cofradía era palpable, si bien la práctica ausencia de fuentes documentales no permite trazar una más completa reseña histórica a diferencia de las otras Archicofradías Penitenciales de la ciudad mucho más estudiadas en su devenir histórico. En la documentada obra “La Semana Santa en la Tierra de Campos Vallisoletana”, sólido estudio de referencia para el conocimiento de las celebraciones de la Pasión en Medina de Rioseco, el historiador Ramón Pérez de Castro sitúa en los comienzos del siglo XVII en el encargo de dos de sus principales pasos procesionales, el Jesús Nazareno y el Cristo de la Pasión, a los que se irían añadiendo posteriormente algunos otros conjuntos. Las imágenes se situaron en capillas laterales del templo de Santa Cruz, de forma que pronto se convertirían en imágenes devocionales, como la propia imagen titular de la Cofradía, el Santo Cristo de la Pasión, que procesionó como imagen propiciatoria en sequias y plagas.
La autoría de la imagen del Cristo de la Pasión se fijó inicialmente por Esteban García Chico de forma poco decidida “tal vez por Juan de Muniátegui”, siendo la que aún perdura por tradición en casi todas las referencias documentales. Ramón Pérez de Castro ha esclarecido que el oficio de Muniátegui era el de ensamblador, oficio que acomete la parte arquitectónica de los retablos y que contrataba con terceros, maestros escultores, el tallado de las imágenes. Existe aun hoy un problema de adjudicación de autoría, que comparte el conjunto del Jesús Nazareno de Santa Cruz, otrora perteneciente a la histórica Cofradía de la Pasión. Pérez de Castro encuentra en ambos conjuntos procesionales una influencia de Francisco Rincón, pero solamente influencia que no autoría. El análisis estilístico lleva a este historiador a decantarse por la autoría aun no confirmada por fuentes documentales, de Mateo Enríquez figura un tanto ensombrecida por trabajar una buena parte de su vida en el taller de su tío Pedro de Bolduque y por su muerte temprana. La atribución definitiva de la autoría del Cristo de la Pasión y Jesús Nazareno de Santa Cruz hace deseable la investigación de la figura de Mateo Enríquez.
Sea quienes fuere su autor, plasmó una iconografía poco frecuente en los pasos procesionales, cual es un crucificado vivo que parece exclamar al cielo -Dios mío Dios mío ¿por qué me has abandonado?-
Para la veneración del crucificado habría de ejecutarse un retablo a finales del siglo XVII, pleno de barroquismo y que sigue en alguna manera la traza del retablo mayor de Santa Cruz. La realización del mismo según Pérez de Castro habría de situarse en el entorno del ensamblador Juan Medina Argüelles. Su exacerbación barroca encuadra su estilo en el “prechurrigueresco”. El Cristo de la Pasión se encuadra entre pares de columnas salomónicas separadas por entrecalles y en estas se disponen magníficos relieves. La mayoría de los relieves del retablo son atribuidos por Ramón Pérez de Castro a Tomás de Sierra, escultor berciano avecinado en Medina de Rioseco que dejó muestra de su buen hacer en algunas imágenes procesionales de Medina de Rioseco como la “Virgen del Pañuelo” del Paso de Longinos.
El resto de los conjuntos procesionales de la Cofradía Penitencial de la Pasión se repartían por otras capillas laterales del templo de Santa Cruz, como el propio Jesús Nazareno – hoy llamado Nazareno de Santa Cruz –o el Cristo del Redopelo del paso “Preparativos para la Crucifixión”, en la actualidad desaparecido al igual que los sayones que integraban el conjunto procesional. Ya más tarde y tras las Desamortización se ubica en un altar de Santa Cruz, un Cristo Atado a la Columna, que si bien no perteneció a la Cofradía de la Pasión, salió a la calle con los pasos que integraron esta a lo largo de los siglos XIX y primera mitad del XX.
Los cofrades de los citados pasos procesionan históricamente con túnica negra, todas en paño castellano, excepto la del Cristo de la Pasión en terciopelo negro. No hay testimonio escrito que así lo asegure, pero pudiera reconocerse así la preeminencia de la imagen titular de la Cofradía, sobre el resto de pasos.
El templo que la acogiera, la iglesia de Santa Cruz, sufriría avatares mil que comenzaron con las secuelas del terremoto de Lisboa de 1.755 que agrietaron la fábrica, hasta culminar con un incendio en los años 60 del pasado siglo y unos posteriores derrumbes del abovedado central. Ningún templo de Medina de Rioseco tendría tan adversa fortuna como la iglesia de Santa Cruz. Las imágenes de la Cofradía de la Pasión hubieron de pasar al templo de Santa María de Mediavilla durante varias décadas hasta que el templo de Santa Cruz fue sometido a un largo proceso de restauración para albergar hoy el Museo Semana Santa, uno de los pocos de España en su género.
La crisis de las Penitenciales. Refundación de la Cofradía de la Pasión.
A finales del siglo XVIII las corrientes de pensamiento de la Ilustración cuestionan las cofradías penitenciales – que ciertamente habían cometido algunos evidentes excesos - , lo que unido a otros factores como la decadencia de las organizaciones gremiales, base de muchas de las cofradías, o las sucesivas Desamortizaciones que clausuran templos y acaban con ordenes monásticas , hacen que las Penitenciales sufran una profunda crisis de la que nacería una nueva etapa a lo largo del siglo XIX en la que surgirá la refundación de las cofradías y hermandades de Pasión.
En 1.828 se produce la refundación de la Cofradía de la Pasión y sucesivamente toman cuerpo otras hermandades, ya desgajadas orgánicamente de esta. Es aún el templo de Santa Cruz, donde se acogen todas ellas, procesionando de nuevo en la mañana del Viernes Santo en la llamada “Procesión de la Pasión”, una de las de más raigambre y solera en Medina de Rioseco.
El Cristo Atado a la Columna, Jesús Nazareno de Santa Cruz, Jesús de la Desnudez y Cristo de la Pasión desfilan unidos en la mañana del Viernes Santo hasta que en la segunda mitad del siglo XX se deciden unificar la procesión de la Pasión con la del Mandato que desfilaba en la tarde del Jueves Santo con salida de la Iglesia de Santiago. La decisión de agrupar ambas para constituir la actual procesión del Mandato y la Pasión, hizo perder una de las procesiones más bellas de la Semana Santa riosecana, que aglutinaba a los pasos de la histórica Cofradía de la Pasión de la iglesia de Santa Cruz. Antiguos testimonios gráficos del fondo de imágenes de la Hermandad y que puede visualizarse en su web dan buena cuenta del recuerdo que han perdura en la Cofradía de la Pasión de la procesión de la mañana del Viernes Santo, la Procesión de la Pasión.
La imagen titular, venerada en la localidad, presidiría la inauguración del antiguo Camposanto de la ciudad en 1.833. A finales de esta centuria (1.894), la Cofradía encarga la construcción del actual tablero y los candelabros o faroles que caracterizarán la estética del conjunto procesional de forma tal que el Cristo de la Pasión recibe también en Medina de Rioseco, el sobrenombre de Cristo de los Faroles.
Las andas fueron ejecutadas por Serafín Arenillas para sustituir un viejo tablero recubierto de terciopelo negro, por las cuales recibió en pago 750 pesetas que fueron adelantadas por el hermano Pedro Rumayor. La saga de los Arenillas construyó varios tableros de distintos pasos riosecanos, dejando muestra de su indudable calidad artística. Los relieves del tablero del Cristo de la Pasión están fechados y firmados por Teófilo Arenillas, hermano de Serafín. A Teófilo corresponde la parte más escultórica del tablero, de esmerada talla ornamental, con mascarones, motivos vegetales, bustos del Señor Crucificado y de la Virgen María. Es en suma una obra exquisita que se completaría con una cruz tallada rematada con unas cantoneras de plata. Los cuatro grandes candelabros situados en las esquinas de las andas, conforman un conjunto procesional de estética ochocentista con algún regusto andaluz.
A lo largo del siglo XIX, el Cristo de la Pasión procesionó con dos tallas de pequeño tamaño y de estilo que no se corresponden con el del crucificado. Las imágenes de la Virgen María y de la Magdalena acompañaron durante años a la imagen del Cristo. Hoy solo esta última, una imagen renacentista, se conserva en el Museo de Semana Santa.
Los tiempos actuales. Recuperación de la Cofradía en los albores del siglo XXI.
La Cofradía de la Pasión procesionó de forma regular a lo largo de los siglos XIX y XX. Desaparecida su primigenia identidad gremial, que caracterizó a todas las Cofradías de Medina de Rioseco, continuó aglutinando sin embargo a labradores y comerciantes, gremios quizás presentes en la histórica Cofradía de la Pasión en la que hunde sus orígenes la actual Hermandad.
Una media de cuarenta hermanos mantiene la organización de la Cofradía durante todo el siglo XX, a mediados del cual se consolida la sección de hermanas de devoción de la mano de Carmen García, agrupación que sufre una crisis de un par de décadas, pareja a algunas dificultades que afectan a la propia Hermandad, superadas hoy con éxito por un núcleo activo y entusiasta de cofrades.
Pudiera decirse que a comienzos del siglo XXI se abre una tercera etapa en la vida de la Cofradía que da continuidad a las anteriores, la Cofradía histórica y la refundación ochocentista. En el año 2.001 se aprueban por parte del Arzobispado los nuevos Estatutos de la Cofradía, que vienen a suponer un ordenamiento jurídico interno del que carecía la Hermandad, al amparo de las normas que rigen para las asociaciones públicas de la Iglesia. Paralelamente se produce una consolidación de la sección de hermanas de devoción, núcleo especialmente activo que hoy alcanza el número de 57 hermanas.
A su vez se estimó necesario realizar una labor de recuperación de todo el acervo patrimonial de la Cofradía, que se inicia con la restauración de la imagen del Cristo de la Pasión en el año 2.002, que lleva a cabo Concepción Prieto. En ese mismo año se acomete la del tablero y la cruz del paso procesional cuya estado se había deteriorado con el tiempo. Los ebanistas locales Teófilo Albert y en pintor Roberto Martín devuelven el esplendor a la obra de la familia Arenillas. Se deciden también la rehabilitación del banderín de la Cofradía, probablemente bordado en 1.828, año de la refundación de la Hermandad. Son las monjas clarisas del monasterio burgalés de Asunción en Castil de Lences quienes se encargan de ese delicado trabajo.
Igualmente se produce una recuperación de la cordonería original de los hábitos o de los característicos hachones de madera de la Cofradía. Todas las tareas se acometieron con el máximo rigor histórico y de respeto a las tradiciones de la Hermandad. También en 2.002 se aprueba la elaboración de unos nuevos faroles, réplica exacta de los realizados en 1.896 cuya recuperación se convirtió en imposible por su baja calidad y pésimo estado de conservación. Los cuatro candelabros que sustituyeron a los originales se fundieron y recancelaron en bajo relieve de metal, con remate en plateado, por la empresa sevillana Orfebrería Maestrante, especializada en ornatos religiosos.
Con el fin de adaptarse a los nuevos tiempos de la información digital, dos hermanos de la Cofradía, Luis Alberto Flores y Manuel García, crean en 1.998 una página web sobre la Cofradía, la primera de todas las dedicadas a los Hermandades de la Semana Santa Riosecana.
La Cofradía de la Pasión recupera así el lugar que por derecho propio merece en la historia de las celebraciones semanasanteras de la ciudad de los Almirantes. Los 117 cofrades caminan cada Jueves Santo unidos para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. El camino iniciado en 1.598 continua hacía un futuro prometedor, aun por relatar.